Los
periodistas debemos ser ante todo defensores y portadores de la verdad, sin
importar lugar o circunstancia.
El periodista
contemporáneo no puede adolecer de ciertos elementos como la conciencia y el
deseo de ayudar a construir un mundo mejor, o al menos, un mundo donde la
palabra sea cual fuere, se convierta en arroyo en donde casi todos deseen beber
con la seguridad de que es conocimiento bien probado.
Los
periodistas de ahora y del futuro debieran jurar lealtad eterna al compromiso
de defender lo correcto, siempre que responda a la máxima martiana de “Con
todos y para el bien de todos”.
Un periodista
que se respete no se hará eco nunca de campañas mediáticas ni desestabilizadoras
de pueblo alguno, no responderá SÍ
cuando esté completamente seguro de que debiera decir NO.
Criticará no
para destruir sino para reformar…
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