Arianne Arrúe
Pérez
“Chávez murió…
todavía hay personas que no lo pueden creer. Y es que la noticia vino como esas tantas que son incomprensibles
como la propia muerte.
Confieso que ver las imágenes de ese pueblo
venezolano llorando en masa me conmovieron y en más de una ocasión uní mi
llanto al de ellos”.
Reza una
frase martiana: “La muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de
la vida”. Sin dudas, el Comandante Chávez rebasó las expectativas de millones
de venezolanos y ciudadanos del mundo. Los diversos programas sociales que
tuvieron lugar durante su mandato contribuyeron a que los más desposeídos pudiesen
decir por primera vez, “Yo existo”. No por error se le llamaba el presidente de
la inclusión.
Su muerte hoy
se llora desde disímiles partes de la geografía mundial, los más ancianos
comentan que en toda su vida no recuerdan una pérdida que impactara tanto ni de
tal manera.
Chávez murió…
pero su legado es imperecedero.
Pensemos
entonces que hoy nos mira desde arriba junto a Martí y Bolívar con la
satisfacción de haber dado siempre lo mejor de sí para la seguridad de la
Patria Grande.
Chávez murió,
pero murió aquel. Hoy en nuestra América quedan aún cientos, millones de Chávez…
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